
Cuarenta y ocho años después de su ajusticiamiento, que se cumplen el 30 de este mes, la figura del dictador Rafael Leonidas Trujillo se mantiene latente, y sean verdad o mentira, las historias que se tejen a su alredor son de interés para muchos dominicanos.
Los libros escritos sobre la vida de este personaje siguen copando la atención del público, y esto se puso de manifiesto en la última versión de la feria del Libro cuando “Memorias de Jhonny Abbes” ocupó un segundo lugar. Abbes fue jefe del temible Servicio de Inteligencia Militar (SIM), durante la tiranía.
Odiado por muchos, pero también respetado, sobre el dictador, que duró más de 30 años dirigiendo con manos férreas los destinos del país, hay cientos de anécdotas.
La historia cuenta que en una ocasión, el Jefe, como lo llamaban quienes le sirvieron, en una conversión con un demente en la calle El Conde de la capital, le dijo oh, pero tu estás vivo, muchacho”, y eso fue suficiente para que un espaldero entendiera que había que eliminarlo, apareciendo muerto a los pocos días.
También se dice que Trujillo tenía problema de próstata por lo que se le salían los orines involuntariamente en actos públicos, y él mismo se derramaba una copa de vino, para disfrazar la situación e irse a cambiar el pantalón.
Aunque una mayoría considera que su gestión fue despótica y tiránica, otros alaban sus realizaciones durante la llamada Era de Trujillo.
Basan sus criterios en las grandes construcciones de obras que hizo el dictador, así como resaltan aspectos de la educación que se impartía en la época, ya que a los padres o tutores se les obligaba a enviar sus hijos a la escuela, evitando así el ausentismo escolar.
Una anécdota de esa época cuenta que un ingeniero encargado de levantar un proyecto habitacional en los Mameyes, de la provincia Santo Domingo, su terminación no fue del agrado de Trujillo y a los pocos días fue encontrado muerto.
Se ha repetido muchas veces que en esa época el robo estaba reducido a su mínima expresión, y que muchas personas podían “dormir en la calle”, sin ser víctima de un asalto.
Pero para la época, Trujillo y sus familiares eran dueños de las tres cuartas partes de la riqueza del país, es decir, que no permitían que nadie robara para apropiarse ellos.
También se cuenta que había respecto en las instituciones del Estado, cualquier persona que acudía en busca de un servicio recibía las debidas atenciones.
Y según se cuenta, en una ocasión el Jefe entró a una oficina pública, y al verlo una empleada que estaba peinándose “se le salieron los orines” del susto que recibió. En esa época más que respeto, se sentía terror por el régimen imperante.
La h de Radhamés
Producto de los vejámenes que cometía el dictador, a un periodista famoso le quitaron la H en la firma de sus trabajos periodísticos, porque así era que se escribía el nombre de un hijo del Jefe, Radamés Trujillo.
Lo ocurrido fue contra Radhamés Gómez Pepín, ahora director del vespertino El Nacional. Sus trabajos tenían que ser publicados con el nombre de Radames, porque el dictador llamó al director del periódico El Caribe, Pablo Rosa, y le preguntó si no sabían escribir correctamente ese nombre.
Esta historia fue narrada por el propio Gómez Pepín en una larga entrevista a César Medina, en el programa Hoy Mismo, y que sale publicada íntegra en “El Legado de un Periodista Radhamés Gómez Pepín”, libro escrito por los periodistas Domingo Antonio del Pilar y José Rafael Sosa.
El director de El Nacional recuperó la H de su nombre tras la muerte del dictador, el 30 de mayo de 1961.
Los libros escritos sobre la vida de este personaje siguen copando la atención del público, y esto se puso de manifiesto en la última versión de la feria del Libro cuando “Memorias de Jhonny Abbes” ocupó un segundo lugar. Abbes fue jefe del temible Servicio de Inteligencia Militar (SIM), durante la tiranía.
Odiado por muchos, pero también respetado, sobre el dictador, que duró más de 30 años dirigiendo con manos férreas los destinos del país, hay cientos de anécdotas.
La historia cuenta que en una ocasión, el Jefe, como lo llamaban quienes le sirvieron, en una conversión con un demente en la calle El Conde de la capital, le dijo oh, pero tu estás vivo, muchacho”, y eso fue suficiente para que un espaldero entendiera que había que eliminarlo, apareciendo muerto a los pocos días.
También se dice que Trujillo tenía problema de próstata por lo que se le salían los orines involuntariamente en actos públicos, y él mismo se derramaba una copa de vino, para disfrazar la situación e irse a cambiar el pantalón.
Aunque una mayoría considera que su gestión fue despótica y tiránica, otros alaban sus realizaciones durante la llamada Era de Trujillo.
Basan sus criterios en las grandes construcciones de obras que hizo el dictador, así como resaltan aspectos de la educación que se impartía en la época, ya que a los padres o tutores se les obligaba a enviar sus hijos a la escuela, evitando así el ausentismo escolar.
Una anécdota de esa época cuenta que un ingeniero encargado de levantar un proyecto habitacional en los Mameyes, de la provincia Santo Domingo, su terminación no fue del agrado de Trujillo y a los pocos días fue encontrado muerto.
Se ha repetido muchas veces que en esa época el robo estaba reducido a su mínima expresión, y que muchas personas podían “dormir en la calle”, sin ser víctima de un asalto.
Pero para la época, Trujillo y sus familiares eran dueños de las tres cuartas partes de la riqueza del país, es decir, que no permitían que nadie robara para apropiarse ellos.
También se cuenta que había respecto en las instituciones del Estado, cualquier persona que acudía en busca de un servicio recibía las debidas atenciones.
Y según se cuenta, en una ocasión el Jefe entró a una oficina pública, y al verlo una empleada que estaba peinándose “se le salieron los orines” del susto que recibió. En esa época más que respeto, se sentía terror por el régimen imperante.
La h de Radhamés
Producto de los vejámenes que cometía el dictador, a un periodista famoso le quitaron la H en la firma de sus trabajos periodísticos, porque así era que se escribía el nombre de un hijo del Jefe, Radamés Trujillo.
Lo ocurrido fue contra Radhamés Gómez Pepín, ahora director del vespertino El Nacional. Sus trabajos tenían que ser publicados con el nombre de Radames, porque el dictador llamó al director del periódico El Caribe, Pablo Rosa, y le preguntó si no sabían escribir correctamente ese nombre.
Esta historia fue narrada por el propio Gómez Pepín en una larga entrevista a César Medina, en el programa Hoy Mismo, y que sale publicada íntegra en “El Legado de un Periodista Radhamés Gómez Pepín”, libro escrito por los periodistas Domingo Antonio del Pilar y José Rafael Sosa.
El director de El Nacional recuperó la H de su nombre tras la muerte del dictador, el 30 de mayo de 1961.
Fuente, El Nuevo Diario