Diálogo

Cuando se convoca a un diálogo a una parte, no es para convencerla de lo equivocado de su posición, sino también para escuchar sus puntos de vista. El solo llamado es un reconocimiento a la otra parte.
Ese es el valor del diálogo que parte de la premisa del reconocimiento del otro como parte igual en el proceso. Por eso, no se entiende la renuencia de ciertos grupos a escuchar y a plantear sus puntos de vista. Hasta académicos se niegan a dialogar bajo la excusa de que es una pérdida de tiempo.
Cuando se trata de asuntos que se discuten en la arena pública, el diálogo es fundamental, porque casi nunca quien trata de imponerse a las malas logra su objetivo. El diálogo permite confrontar posiciones y de la confrontación de las ideas siempre sale una síntesis mejor que las posiciones anteriores. Esa es la magia del diálogo.
Si este país quiere echar hacia adelante, tiene que crear una democracia dialogante, basada en el respeto y reconocimiento de los actores, todos con la actitud de encontrar la mejor solución.
Editorial Diario Libre