"Dígale que si toca esa tecla.. se hunde!!"
POR SAUL PIMENTEL*
EL AUTOR es periodista, director de ALMOMENTO.NET.
¿Tiene Guillermo Gómez la posibilidad de tocar una tecla cuyo sonido no sea del gusto del actual Presidente y de la Primera Dama?. ¿Por qué, el pasado domingo, él no hizo las denuncias que había anunciado?.

Cuando yo participaba el lunes en la noche como charlista en una actividad organizada por el mercadólogo Mariano Abreu, en un restaurante de esta Capital, uno de los profesionales y ejecutivos presentes me preguntó qué opinaba sobre el caso que envuelve al periodista Guillermo Gómez y si esto es realmente un atentado a la libertad de expresión y difusión del pensamiento.

Aunque por razones éticas y profesionales no me gusta enjuiciar conductas ni actuaciones de mis colegas y mucho menos el trabajo de otros medios digitales, me sentí tentado a responder. Lo que expresé esa noche voy a compartirlo con Ustedes, aunque (claro está) agregándole algo más:

Aunque había visto al periodista Gómez por televisión, no fue sino en 1981 cuando lo comencé a tratar personalmente, pues en ese año yo entré a laborar como redactor del periódico Listín Diario, a la sazón dirigido por don Rafael Herrera.


En ese momento yo tenía cierta experiencia, pues llevaba a unos nueve años de ejercicio profesional. Fui contratado por Herrera para escribir reportajes especiales pero, por una razón coyuntural, él luego cambió de parecer y me designó “editor político”, un cargo que no existía en el organigrama del periódico y que él entonces creó, de hecho pero no de derecho.

Mi primer choque no fue con Herrera ni con Milcíades Ubiera, jefe de Redacción, sino precisamente con Guillermo Gómez, quien era un periodista que vestía elegantemente, utilizaba buenos perfumes y tenía un flamante automóvil Chevrolet Impala. En círculos periodísticos se decía (esto no lo llegué nunca a confirmar) que él había tenido nexos “muy estrechos” con Diógenes Fernández, el primer gobernador del Banco Central que tuvo Balaguer en el gobierno de los "doce años", y que como tal ganó mucho dinero. También se alegaba que como periodista encargado de cubrir la fuente del Aeropuerto Las Américas había logrado hacer buenos negocios en su programa “Aeromundo”.

En 1981 Balaguer estaba ya en la oposición y hacía esfuerzos por retornar al poder en las elecciones del año siguiente. La razón de mi encontronazo con Guillermo fue que escribí una noticia en la que consignaba que a un mitin de Balaguer habían asistido “cientos de personas”, y él se tomó las atribuciones de variar la noticia, que en ese momento estaba en manos de un corrector de estilo, sustituyendo la palabra “cientos” por “millares”. El incidente tuvo repercusiones y llegó hasta donde Rafael Herrera, quien terminó dándome la razón.

A partir de entonces mis relaciones con Gómez fueron tirantes y terminaron rotas, a pesar de que él era un reportero que gozaba de un extraordinario aprecio de Herrera, quien era para él una especie de protector, a un grado tal que todos los lunes el Listín Diario publicaba una y hasta dos reseñas en primera plana generadas por el programa Aeromundo, aunque no fuera noticia importante lo dicho por los entrevistados.

Años después Guillermo, cuyo segundo apellido es Jorge, adquirió mucho más poder, pues era primo de Salvador Jorge Blanco, quien ascendió a la Presidencia de la República en el 1982. Aparte de ello era amigo de Balaguer, el principal líder de la oposición; un protegido de Rafael Herrera, el director de periódico más influyente del país y “amigo” de la Embajada de los Estados Unidos.

Recuerdo que en una oportunidad Gómez dio una demostración de fuerzas al llevar simultáneamente a su programa al secretario de las Fuerzas Armadas, Manuel Antonio Cuervo Gòmez, y a todos los jefes militares del gobierno de Jorge Blanco, y mientras se desarrollaba la entrevista dos helicópteros de la Fuerza Aérea sobrevolaban la zona del ensanche La Fe donde se encuentran ubicados los estudios de Color Visión.

Un tiempo después restablecí amistad con él. Realmente no sé qué pasó pero sorpresivamente hubo una ruptura suya con Balaguer. (En los corrillos políticos se rumoró que la causa había sido que Gómez informó a los norteamericanos sobre un comentario que el anciano líder había hecho en la intimidad en contra de ellos), hecho que molestó profundamente a este último, tanto así que prohibió a Guillermo la entrada a su casa de la avenida Máximo Gómez 25, la cual entonces era una especie de santuario.

Jorge Blanco dejó de ser presidente en el 1986 y luego vino su “desgracia” política, lo cual aparentemente perjudicó a Guillermo, quien al propio tiempo perdió el “contacto” con los norteamericanos y Balaguer retornó a la Presidencia. Rafael Herrera murió y el Listín pasó a ser controlado por un hijo de Arturo Pellerano, quien de inmediato puso trabas a Gómez y prácticamente propició su salida del periódico.

Yo, al final de cuentas, he terminado admirando a Guillermo, a quien considero una persona sumamente hábil y con “ángel” para ganarse el aprecio de personas poderosas, a pesar de que no tiene una sólida formación periodística.

En época más reciente, durante el primer gobierno de Leonel Fernández (1996-2000) se rumoró que Guillermo tenía aparatos de espionaje telefónico y que su socio en esta labor era un dirigente reformista, cuyo hermano en una oportunidad cayó preso por un asunto relacionado con la Lotería Nacional y al cual hubo que libertar porque supuestamente ese dirigente, quien actualmente es funcionario, amenazó con divulgar “algunas cositas” que había escuchado subrepticiamente en los teléfonos.


En tertulias nocturnas se decía que Guillermo y ese dirigente habían superado a otro personaje que tradicionalmente ha sido señalado como espía telefónico, porque poseían aparatos más modernos y sofisticados. Estos rumores nunca yo ni nadie los pudo confirmar.

No volví a tener contacto con el periodista Gómez pero no me sorprendió leer por la prensa que él estaba reclamando al Banco Central la devolución de una multimillonaria suma de dinero que tenía depositados a plazo fijo, y que le habían sido congelados como parte de una investigación oficial. Ese dinero, finalmente, le fue devuelto.

Tampoco me ha sorprendido el reciente escarceo en torno suyo y las acusaciones de que ha espiado los correos de la primera dama, Margarita Cedeño de Fernández, así como los de la esposa de un reconocido banquero, de funcionarios y otras figuras públicas.

Llama la atención que el cardenal Nicolás de Jesús López, a quien considero una persona bien dotada y suficientemente enterada, haya dicho sobre el tema: “Lo mejor es que quien lo esté haciendo que descontinúe eso y si hay alguna culpabilidad legal que sea sometido a la justicia”.

No sé por qué, pero los aparatosos allanamientos que se hicieron el pasado viernes a la residencia y oficinas de Guillermo Gómez y a las de sus hijos, uno de los cuales es propietario del periódico digital El Siglo XXI, me recuerdan aquella famosa frase que Balaguer dijo en alusión a Fernando Alvarez Bogaert: “Dígale que si toca esa tecla se hunde!!”.

Por ello me pregunto: ¿Se le estará enviando un mensaje similar a Guillermo Gómez?. ¿Tiene él la posibilidad de tocar una tecla cuyo sonido no sea del gusto del actual Presidente y de la Primera Dama?. ¿Por qué, el pasado domingo, él no hizo las denuncias que había anunciado?.

Es, por los anteriores motivos, que el lunes en la noche, cuando me hicieron la pregunta sobre este caso en la actividad organizada por el mercadólogo Mariano Abreu, dije (y ahora lo sostengo) que este caso no tiene nada que ver con la libertad de prensa ni con el ejercicio del periodismo, y que lamento que el Colegio Dominicano de Periodistas y varias personalidades se hayan destapado haciendo pronunciamientos sobre la supuesta amenaza a estas prerrogativas.

Artículo tomado de www.almomento.net