Opinión:
El lenguaje sexista: La fiebre no está en la sábana
Por. Prof. Julián Morillo
La historia recoge enormes e interesantes episodios de la lucha de la mujer por la igual de derechos con relación a su compañero, el hombre.
El precio de los movimientos sociales a favor del sexo femenino se ha pagado con sangre, mucha sangre; incluyendo a cientos de mujeres dominicanas que han caído entre las patas de los caballos que escogieron como maridos.
Sin embargo, no es menos cierto que esa lucha ha dejado muchos resultados positivos para beneficio de todo el género humano: mujeres presidentas, primeras ministras, secretarias de Estado, mejores oportunidades de empleo y de estudios, la creación de una Secretaría de la Mujer, entre otras.
Ahora bien, quiero referirme en esta ocasión a las batallas libradas por la mujer para eliminar o disminuir el lenguaje sexista, bajo el entendido, según ellas, de que la violencia de género y la discriminación empiezan por ahí; es decir, que existe la imposición de un vocabulario eminentemente machista y discriminatorio.
Con relación a esto, recientemente, la ministra de Igualdad del Parlamento Europeo, Bibiana Aído, se quejaba amargamente de que en los documentos de ese organismo en vez de decir «todos los miembros y las miembras del comité...», decía «todos los miembros del comité…».
Ante tal protesta, se creó un comité de alto nivel para eliminar de los documentos del parlamento todos los usos, normas gramaticales y cortesías seculares que atentaran contra la igualdad. De ahí que se decidiera prácticamente eliminar la palabra hombre de los mismos.
Aprobaron, por ejemplo, que en vez de referirse a los andaluces, discriminando así a las andaluzas, en lo adelante se hablará de el pueblo andaluz; en lugar de los médicos, que excluye a las médicas, se dirá mejor: las personas que ejercen la medicina; ya no se hablará de los derechos del niño, sino los derechos de la infancia; de igual modo se elimina el hombre como el conjunto de la población humana, para que se diga el género humano, las personas, la gente, la especie humana; se elimina la distinción entre «señora» (entendida como mujer casada) y «señorita», por sexista frente al «señor» que no atiende a estado civil, y se encarece el uso del término «señora».Creo que ya esto raya lo ridículo. Me parece que esto es una manera de desfocalizar el problema de su verdadera esencia. Por el hecho de que se diga